viernes, 31 de agosto de 2012

Pretérito imperfecto. Mercedes Pinto


La novela la vi en el blog de Mercedes, la empecé a leer en Amazon, y la compré.

Habiendo leído otras dos novelas de Mercedes, tengo que decir que esta la he visto diferente. Me explico, transcurre ahora, en el tiempo actual. Su estilo es distinto o al menos yo lo veo así: más directo, más "del día a día"; como el tiempo y el argumento exigen. Y... ¿cómo consigue (cosa que ya he dicho en otra reseña, lo sé) crear el ambiente, los escenarios y la empatía con los personajes casi sin describir? Pues hace hablar a los personajes, los hace moverse en lugares, sentir... y con eso basta para meterte en ellos. No hace falta una descripción farragosa de esas que te dan ganas de saltar unas páginas, tampoco descripciones psicológicas. Las personas se ven y se conocen por sus actos, y eso es lo que hace Mercedes en sus novelas: les hace actuar, hablar entre ellos... y ya los conocemos. Genial.

Otro punto fuerte: no tenemos personajes "buenos" ni "malos". Hombre, el lector siempre se identifica más con unos que con otros, como en la vida real. Pero los "buenos" tienen también sus cosas malas, y al revés. Lo dicho, como el mundo real. A mí es lo que me gusta de una novela, ver la realidad, poder identificarme o no con los personajes, sentirlos, conocerlos... El realismo de Mercedes en sus novelas es de los mejores que he leído. Y he leído mucho.

La protagonista, Estela, vive con sus dos hijos, de dos matrimonios diferentes. Lleva una tienda de instrumentos musicales, y su vida es caótica, desordenada: llega tarde a todas partes, no conserva una relación sentimental, su hijo mayor le desborda... y lo mejor que tiene es su hija pequeña. También tiene una hermana, y se va viendo la relación entre las dos, con sus padre, con sus abuelos... que tienen su protagonismo en la novela. Todo personaje que aparece en las novelas de Mercedes es protagonista al menos de un trocito, ninguno aparece y desaparece... lo ves y lo sientes también, tiene su función. El personaje del abuelo, por ejemplo, es genial: bueno, no tan bueno... humano. Y aparece un comprador en la tienda de Estela... que se queda prendado de ella, y ella de él. El resto tenéis que leerlo, y lo haréis en poco tiempo, la novela no puede dejarse hasta terminarla.

Por otro lado, además de la historia de la vida de Estela, y su historia amorosa, está la historia de su hermana, y un asunto antiguo, de cuando ambas eran pequeñas, que aún no han terminado de asumir. La verdad es que hasta el final hay intriga. Y es una intriga light... A ver si me explico: la intriga que puede haber en una vida con algo no del todo asumido; no te impide vivir, no te impide hacer nada, pero está ahí... Y es lo que el lector siente, justamente eso que no sé si explico bien. Algo que necesitaría terminarse pero que, si como hasta ahora no se ha terminado, pues bueno, continuamos viviendo. No puedo contar más, hay que leerlo.

El estilo, pues es elaborado, aunque de lenguaje sencillo. Va alternando capítulos de la infancia de la protagonista con capítulos de la actualidad, y podemos con ello ir viendo la evolución psicológica, los porqués... Pero sin decírselo al lector. Me explico: el lector dará con el el porqué, pero no se le dice... simplemente se narran hechos, cada cual los verá a su modo. Mercedes te hace pensar, sin darte cuenta, porque no son libros "profundos", para nada, pero tienen su "aquél", jeje.

Por ejemplo, decir que los abuelos son muy importantes en la vida de los niños, no educan como los padres, no sienten como los padres. Y los niños, muchas veces no se dan cuenta de todo eso hasta que son mayores, como es bastante normal. Mercedes nos mete en el personaje de Estela niña de modo que nos vemos a nosotros de pequeños, los problemas de un niño los sentimos de nuevo como ellos. Sus afanes, sus miedos y sus alegrías.

Y poco más puedo decir, sólo que recomiendo la novela, evidentemente. Lectura rápida, entretenida y muy buena. Enhorabuena de nuevo, Mercedes.







miércoles, 29 de agosto de 2012

Premio que me ha dado Silvia, de la Vieja Encina

Pues eso, me ha dado un premio, mil gracias, Silvia!!



Se trata de:

- Decir 11 cosas sobre ti. - Contestar a las preguntas de quién te ha nominado. - Elegir 11 personas y nominarlas en la entrada. - Realizar 11 preguntas a tus nominados. - Seguir a quién te ha nominado y visitar a 3 de tus nominados.

Y voy a ello:
11 cosas sobre mí

1.- Soy noctámbula, me activo después de cenar. La pena es que tengo que madrugar.....

2.- Tengo en casa más de 5000 libros, ya no sé dónde meterlos, agradezco la invención del ebook.

3.- Soy muy charlatana, me encanta hablar, jejeje. Y tengo muchas amigas hechas por internet, en foros y demás. Pero luego me gusta conocerlas en persona.

4.- Este blog lo empecé por una amiga que me dijo que compartiera mis "conocimientos" sobre literatura y sobre la cantidad de libros que leía. Fue un día que íbamos varias a comprar libros y yo estaba venga a aconsejar a cada una según sus gustos, los libros que les irían bien.

5.- Trabajo mis 8 horas fuera de casa cada día, doy clases de mates a amigas de mi hija por las tardes, y de inglés a veces, y por las noches, despacito, traduzco libros del inglés para una editorial de literatura fantástica. Los sábados por la mañana llevo a mi hija a clase de violín y los domingos a los ensayos de una orquesta. De modo que descanso poco, pero me gusta, si no fuera porque cansa....

6.- Me encanta el café y unas cañitas con unas bravas antes que un dulce. Soy más de salado.

7.- Soy muy desordenada, sin remedio, pero dentro del desorden encuentro todo. Es mi desorden, no me gusta que me lo alboroten para ordenar, jejeje.

8.- Cuando tengo un hueco, me voy a Barcelona a ver a una de mis mejores amigas. O que vengan a casa.

9.- Colecciono dedales. Empecé la colección cuando hacía mucho punto de cruz, pero la sigo haciendo.

10.- El momento del día que más me gusta es cuando cenamos mi hija y yo viendo alguna peli, y luego me relajo leyendo o algo así.

11.- Mi vicio... fumo. Ahora tabaco de liar, pero fumo mucho. Y lo peor es que no tengo ganas de dejarlo.

Contesto a las preguntas que me hizo Vieja Encina:
1. - ¿Con qué escritor te gustaría tener una charla ? Hay muchos, pero con Stephen King, para hablar sobre todo de su libro "Mientras escribes"


2. - ¿Con que escritora te gustaría tener una charla? Con Mercedes Salisachs. Me maravilla que con más de 90 años siga escribiendo... y tan bien.

3. ¿Te leían cuentos cuando eras pequeño/a? Sí, y no sólo me los leían, mi madre cada noche se inventaba uno. Me encantaban los que se inventaba sobre inventos de cosas, jejeje.

4. -¿Si pudieras ser el protagonista de una novela real o ficticia, quien serias? Uffff, pues n i idea. Concretamente no sabría decirte. En abstracto, esas mujeres que intentan y logran hacer cosas más avanzadas a su tiempo.

5. - ¿Tu libro favorito? Hay muchos, pero por ejemplo "Donde el corazón te lleve", de Susanna Tamaro.

6. - ¿El peor que has leído? Mira, no sé, porque si uno no me gusta, hace mucho que ya lo dejo y cojo otro.

7. -  Cuéntanos tus aficiones. Jejejeje, mil y una. Lo malo es el tiempo, no lo tengo. Pero me encanta leer, escribir, la música clásica, el piano, charlar con amigos, un mini maceto huerto que he empezado a hacer, el punto de cruz, las manualidades, los idiomas, viajar con mi hija, los dedales, la fotografía, las matemáticas... ¿sigo?

8. - ¿Qué es lo que más odias ? La mentira y la traición.

9. - ¿Qué cualidad humana aprecias? La bondad. Algo que todo el mundo tiene y poca gente utiliza

10. -¿ Qué te gusta del lugar donde vives? La tranquilidad y que mi hija pueda salir por ahí sin miedo. Es un pueblo de Madrid al que me vine harta de la capital.

11. -¿Qué otro lugar te gustaría conocer? Muchos, todos los que no conozco. Por ejemplo, Egipto.


11 nominados por mí: (Sin compromiso lo de copiarlo en el blog....)

Mi ahijada, Manuela de Papeles que fueron vidas

Inés, de Inés y sus libros

Lupa, de Acurrucada entre letras

Koncha de Desde Vallekas

Tatty, de El Universo de los libros

Margari, de Mis lecturas y más cositas

Pakiko, de Las lecturas de Pakiko

Rebeca de Winter, de Negro sobre blanco

Marilú, de Marilú cuentalibros

Mientrasleo de Entre montones de libros

Y se lo devuelvo a Silvia, de La Vieja Encina, jeje


Mis preguntas para ellos, el que quiera contestarlas.

1.- ¿Tienes un momento del día preferido para leer?
2:- Cuéntanos más hobbies, aparte de leer.
3.- Un libro que siempre recomiendas
4.- Cuenta algo sobre un día normal para ti.
5.- ¿Usas ebook? ¿Piensas usarlo?
6.- Estilo de novelas que prefieres, y el que no te gusta
7.- Tipo de música que te gusta
8.- ¿Playa o montaña?
9.- Cuánto tiempo usas internet por día?
10.- ¿Cuántos libros tienes en casa?
11.- ¿Dónde te apetecería viajar?

lunes, 27 de agosto de 2012

Paso de ahijada a madrina

Pues eso. Como tengo ya más de 100 seguidores (por cierto, mil gracias!! ), se lo tengo que agradecer sobre todo a mi madrina, que ha sido Reseñando que es gerundio.

Y ahora, doy la bienvenida a mi ahijada:   ¡Manuela, de Papeles que fueron vidas!

Os recomiendo que déis una vuelta por su blog, y os hagáis seguidores; merece la pena. :)

Violetas para Olivia. Julia Montejo


No había leído nada de esta autora, ni me la habían recomendado. Fue la sinopsis del argumento lo que me llevó a hacerme con el libro.

No es una novela muy larga. La verdad es que empecé a leerla sin ánimo de terminarla en ese momento, como por echar un ojo, y ya me quedé leyéndola. Es entretenida, con su punto de intriga. Una pequeña saga familiar, pequeña por la longitud de la obra, aunque pasa por varias generaciones de la familia de la protagonista.

Madelaine es una joven que vuelve al hogar familiar a la muerte de una de sus tías, para hacerse cargo de la herencia. Clara, su otra tía, aún vive, pero quiere legarle todo debido a su avanzada edad. Madelaine nunca se ha llevado bien con Clara, al contrario que con Rosario, la ahora fallecida. Vivió con ellas en la casa palacio familiar desde que era una niña hasta que empezó a estudiar en la universidad, ya que sus padres murieron muy pronto, y en circunstancias algo confusas.

La autora va alternando capítulos de la actualidad con capítulos de fechas anteriores, encabezados por la fecha en la que suceden, donde podemos ir descubriendo los misterios, amores, odios y demás de la familia de Madelaine: su madre, muerta cuando ella era pequeña, su abuela Olivia, de la que nadie parece querer hablar, su padre, una persona que no encajaba en su mundo, sus tías Clara y Rosario, absolutamente diferentes entre sí....

Aparecen personajes secundarios muy bien descritos y que toman también bastante protagonismo, puesto que en esta obra nada es accesorio: el fiscalista al que contraran para arreglar las cuantas de la familia, un antiguo novio de Madelaine que reaparece... El ambiente, además de los personajes, está muy bien logrado, uno se ve dentro de esas mansiones y haciendas antiguos.

Es una novela romántica, con mucho de intriga y de esos deseos de descubrir nuestro pasado que, a veces tapamos por no saber si lo que descubramos nos gustará. El final de la obra me ha gustado, está bien llevado, ni falta ni sobra nada, aunque a veces parezca que vaya a faltar.

Realmente está bien logrado el misterio: nada se sabe antes de tiempo y nada queda colgado, al final todo cuadra, con la gran dificultad que eso conlleva cuando estamos hablando de varias generaciones de una familia, y todas ellas tan diferentes.

Lenguaje claro y directo. A veces intimista y siempre realista. Madelaine se encuentra en un dilema: ella es una joven actual, médico. Pero su familia han sido los caziques de un pueblecito de Andalucía, cosa que su tía Clara quiere continuar. Ella se encuentra con la duda de qué hacer: dejarlo todo y dedicarse a su profesión o aceptar y dirigir la herencia de unas fincas, terrenos y posesiones de los que nada sabe. Y a veces parece estar influída por sus antepasados, lo siente así, como si estuvieran dentro de ella. Este tema, aún cuando tiene algo de "magia", está bien llevado, lo aceptas como un sentimiento hasta normal. Es el llamado realismo mágico, y cuando el autor es bueno, se acepta como un hecho lógico. Es el caso.

Evidentemente, también hay historias de amor, de todas las protagonistas, las cuales se entrecruzan de manera muy hábil en el argumento.

Conclusión: novela muy recomendable, que se lee rápido y engancha.

jueves, 23 de agosto de 2012

Curiosidades: el escritor más prolífico del mundo

Es un brasileño de origen japonés, que a sus 65 años ha escrito ya más de 1100 novelas (y ahora seguro que ya lleva más de 1200, al ritmo que va).



Ha utilizado más de 40 seudónimos, por petición de su editorial, porque hubo un momento en el que en Brasil, más del 95% de los libros de bolsillo a la venta eran suyos.

Ahora publica 6 trabajos al mes, pero ha llegado a escribir 3 novelas de amor en un día.

Estudió medicina, y se doctoró como especialista en cirugía de tórax, pero lo dejó por su gran afición: ser escritor.

Según su dictamen, el secreto de dicho proceso creativo reside en un 98% de sudor, un 1% de talento y un 1% de suerte.

Da unos consejos:

1. Escribe con la primera inspiración que te llegue. Luego ya te preocuparás de lo que viene después. Abandona totalmente la inercia.

2. Alterna varios proyectos a la vez.

3. Cuando surja un problema en una historia, destruye todo lo que se cruce en tu camino. Asesina a los personajes o haz volar los edificios, cualquier cosa con tal de seguir trabajando.

El género que más le gusta es el policiaco, pero ha tocado un poco de todo: del oeste, espías, amor....

De modo que ya sabéis... ¡a escribir!

miércoles, 22 de agosto de 2012

Muerte sin resurrección. Roberto Martínez Guzmán


Esta novela me la ha mandado su autor en formato electrónico, para que la reseñe. Parece ser que en Amazon hay unas cuantas opiniones que la ponen de vuelta y media. Hombre, yo no lo veo así. Ya me gustaría ver a los autores de dichas opiniones publicando sus novelas.... Pero vamos al grano.

Empezaré por decir que me ha gustado. Me ha parecido entretenida, muy bien urdida y llevada, dentro de toda su complicación. Porque la trama es simple, pero los motivos (ocultos, claro) y la resolución tienen su complicación. Y aún así lo ha sabido explicar bien, llevar bien y mete al lector dentro, aunque, curiosamente y al menos yo, sin encariñarse con nadie. Igual es que no hay que encariñarse con nadie, pero lo he leído bastante "desde fuera". Así y todo, engancha, eso es cierto, y hasta que no ves cómo lo resuelve, no paras.

Es, como podréis ya suponer, una novela policiaca. En Ourense, ciudad bastante tranquila, comienzan a suceder una serie de asesinatos de gente joven aparentemente sin conexión entre ellos. Pero lo curioso del caso es que en cada escena del crimen aparece una pelota de golf, lo cual los conecta. La policía comienza a investigar en las vidas de las víctimas, en sus posibles relaciones y, aunque en ocasiones me ha parecido que dicha policía sabía más de lo que en ese momento tenía que saber, en general siguiendo un orden lógico comienzan a atar cabos. Comienza la carrera para evitar que se sucedan más asesinatos.

Es una novela corta, con lenguaje sencillo y directo. Algunas faltas, que supongo que serán erratas, pero que no impiden en ningún momento la lectura

Lo que más me ha llamado la atención es, como ya he apuntado, la complicación de la idea. Los diferentes métodos elegidos para asesinar, la manera de enlazar unos y otros, cada uno con el siguiente, y con los demás... la sencillez que parece haber detrás, pero la complicación que todo ello conlleva. Creo que se podría haber adentrado más en la vida personal de la policía Eva, porque así la gente se sentiría más cerca de alguien, pero bueno, el autor lo ha preferido así.

A la asesina, porque es una mujer, se la empieza a conocer desde el primer capítulo, aunque tampoco se adentra demasiado en su vida. Supongo que aquí es por no dar pistas. Pero no conocemos los motivos de los asesinatos, por lo que la intriga está ahí desde el principio.

Es recomendable, pasas un buen rato y engancha. Además, se lee en poco tiempo, ya he dicho que es corta.

domingo, 19 de agosto de 2012

Josué el errante. Mercedes Pinto

Josué el errante

Esta novela me tocó en el sorteo que hizo Acurrucada entre letras, y la autora muy amablemente me la envió, dedicada, cosa que me hizo muchísima ilusión. 

Y me puse con ella, y sin apenas tiempo, no podía dejarla, vaya. De modo que sigo sin entender, para nada, cómo esta autora no tiene editorial. Con la de libros que se publican en España, que no valen nada (a mi humilde entender, de lectora empedernida desde la más tierna infancia, familia de lectores....), y los libros de esta chica esperando. En fin... sólo puedo aportar mi granito de arena para que, si alguna editorial inteligente lo lee, esté atenta.

Y voy al grano. Por falta de tiempo, apenas sabía siquiera de qué trataba el libro cuando me puse con él. Y me encontré con un repaso histórico de casi todo el siglo XX, en varias culturas, nada menos. Alemania (he echado de menos más dedicación a ella, pero es que me interesa mucho la segunda guerra mundial), Londres, África del Sudoeste, Madrid de la postguerra, Granada... Y una mezcla apasionante de religiones, sus principios, sus similitudes, sus diferencias...vamos, un trabajo de documentación excepcional y como ya había sentido con su otra novela, 'Maldita', una ambientación absolutamente real. Estás en cada lugar, te ves allí junto con los personajes. Es una escritora que ambienta de modo excepcional, cosa que yo veo bastante complicada. Y sin largas ni aburridas descripciones, para nada. No sé, con pocos datos y diálogo, te ves allí.

De hecho, por ejemplo, al final del libro hay un dibujo sobre el lugar donde "vivían" los protagonistas cuando fueron a buscar diamantes en África, y el dibujo era exactamente lo que yo había imaginado. Vamos, que con las descripciones, no me hacía ni falta el dibujo.

Josué es un judío alemán, que se enamora de la hija de su maestro, que es el jefe de su padre en una granja alemana en Essen. Pero el maestro decide casar a su hija con otro judío. Josué, destrozado, decide irse a buscar fortuna en África, buscando diamantes, y así poder ofrecer al padre de su amada algo con que dotarla y poder vivir con ella. Pero la búsqueda se alarga, no es fácil encontrar ya piedras preciosas. Durante el viaje conoce a Carlos, español, que viaja para alejarse de su vida. Este personaje me ha encantado: su alegría, su optimismo, lealtad, simpatía... Ambos, en África conocen también a Kuaima, un esclavo negro que ha huido con su familia y quiere tener dinero para poder comprar tierras para ella. Su amor absoluto hacia los hombres, cuando él y su familia han sido víctimas de brutalidades es un ejemplo para Josué y Carlos. Y para los lectores, pues estos tres personajes, sobre todo (y algunos más, pero cuya aparición es menor), son personas reales. Ninguno es el bueno, y ninguno el malo. Tienen cosas buenas y malas, cometen errores y se desconciertan ante ellos, como cualquier persona, vaya. No me gustan nada los libros con malos y buenos absolutos, no son reales.

La acción, muchos años después, continúa en Madrid, donde acaban viviendo Carlos y Josué, al marcharse de África rendidos y por circunstancias que deberemos averiguar leyendo la novela. 

Y lo mejor de esta autora, a mi modo de ver, es que perfila dichos personajes con pocas pinceladas. No sólo los protagonistas, sino cualquier personaje que aparece en la novela con algo de entidad. Los ves allí, estás con ellos. Ejemplos de esto hay a montones: el guarda del cuchitril donde viven en África, el maestro de Josué, ya nombrado, Juan, un compañero buscador de diamantes....

Otra cosa importantísima de la obra es cómo no se defiende ni se ataca ninguna religión; todas tienen su parte buena, su parte no tan buena, pero lo principal es lo mismo en todas. Lo cual Mercedes detalla adentrándose en el corazón humano desde sus personajes, de modo maravilloso, con todos los defectos de cualquier humano: odio, amor, desprecio.... Nada parece novelado, es como si personas reales estuvieran conversando sobre el interior del alma.

Sobre el lenguaje, es sencillo, directo y muy bien escogido. Se lee rápido. La acción a veces es rápida, a veces no, pero es que la vida, el paso de los años, así lo necesita. Y la acción es la que demanda Josué, el protagonista. De modo que perfecto. Y mira que yo soy crítica....

Conclusión evidente: libro no sólo recomendable, sino imprescindible.

Sólo dos notas más. La primera, aquí lo tenéis en amazon, a un precio de risa. No lo dudéis: http://www.amazon.es/dp/B007BMB5ZY

La otra nota. Leyendo el blog de Mercedes, vi que tiene otra obra, "Pretérito imperfecto". Y cometí el "error" de leer el principio en amazon... Error porque no tuve más remedio que comprarlo, y me pondré pronto con él, claro.

Enhorabuena, Mercedes. Yo no dudo que al final tendrás editorial, y muchísimo éxito. Como el sueño de Josué, pero antes, por supuesto :)

jueves, 16 de agosto de 2012

El guardián de los niños. Johan Theorin



Este es un libro que he leído muy despacio, y no porque no me interesara, es que estaba de viaje y sólo leían un poco antes de dormir... a veces me dormía con el libro abierto, pero de cansancio del día.

Me ha resultado entretenido, habría querido muchos días poder seguir leyendo. Mantiene intriga e interés por ver qué pasará.

Aunque había leído alguna crítica desfavorable, me llamó la atención y me decidí a leerlo en esos momentos donde no apetece pensar mucho. Y ha sido así, me ha entretenido, me ha intrigado, y me ha dejado buen sabor de boca.

Jan Hauger llega a un pueblito sueco para empezar a trabajar en una escuela infantil, la cual está en el recinto de un hospital psiquiátrico, Santa Patricia, al que en el pueblo llaman Santa Psicópata, pues tiene enfermos altamente peligrosos. Se trata de que los enfermos con hijos tengan cerca a los niños y éstos puedan visitarles. La escuela está unida al hospital por un tunel, y por él van los niños acompañados de profesores, a visitar a sus padres.

Hay un hecho en el pasado de Jan no muy bueno, que él intenta ocultar, y que le influirá en el presente. Y también vamos sabiendo el porqué de haber buscado Jan ese trabajo en un pueblo bastante aislado. Realmente busca poder hablar o encontrarse con una interna del hospital.

Se narran también las relaciones que va creando Jan con los demás empleados y empleadas de la escuela, así como con vecinos del pueblo.

El final, al menos a mí, me resultó bastante inesperado, lo que le da más puntos a la novela. Y es bueno, creíble, y no cae en los tópicos.

El ambiente, como es de esperar en una novela cuya acción transcurre en un pueblo aislado de Suecia, es sombrío: gente poco habladora, frío, viento ululando, hospital psiquiátrico, niños que van y vienen por túneles oscuros... y está muy bien conseguido.

El lenguaje es claro y directo, sin palabrería, y consigue atrapar al lector en las diferentes intrigas: el pasado del protagonista, el momento actual, su juventud y aislamiento cuando estudiaba...

Supongo que el autor quiere hacer una disección de cómo la maldad puede estar de arraigada en las personas, y por otro lado la bondad. Qué es lo que se aprende y qué lo que es innato. El aspecto psicológico de los personajes, no sólo del protagonista, sino de las gente con la que interactúa, está muy bien llevado y descrito, lo que hace que uno se identifique más con unos y con otros, o no.

Después de leerla, me he enterado de que el autor tiene un cuarteto famoso que transcurre en Öland, el pueblo donde él se crió. Igual intento hacerme con él y leerlo; no lo conocía y me ha llamado la atención.


miércoles, 15 de agosto de 2012

Relato ganador del I concurso de Los libros de Eva

Aquí os dejo el relato ganador. Cuando los demás relatos me den su permiso, si quieren, claro, enviaré el pdf con todos a quien lo pida, porque creo que merecen ser leídos.

LA CASETA VERDE DE LAS RATAS (Autor: Firefly)

       Cuando cumplí los doce años el colegio comenzó a mostrarme su verdadera cara. De hecho nunca la había escondido, sólo que con menos edad pasaba desapercibida. Ya no era el lugar idílico que creía que era siendo un párvulo. Se acabó amasar y dar forma a plastelina de colores brillantes. Ya nunca jamás pegaría pegatinas con diferentes formas geométricas en un folio en blanco sin importar siquiera si alguna de ellas era desterrada en una esquina de la mesa. Quizá lo único bueno de dejar atrás, hace ya varios años, aquel curso, era perder de vista aquella horrible bata a cuadros con el nombre bordado en el pecho que a todos los alumnos nos obligaban a vestir convirtiéndonos, de esa forma, en integrantes de una extraña sociedad secreta de diminutos seres. Y aún así, una nostalgia me embargaba cuando una de sus mangas asomaba furtivamente del armario cada mañana mientras me vestía con una camiseta a rayas, de esas que tanto me gustaban, y unos pantalones de pana, de esos que tanto odiaba. Pero mi madre, que los compraba de oferta, me obligaba a enfundármelos aunque el sol primaveral comenzara a lanzar miradas cargadas de dulce y esperada calidez.

       Las matemáticas ya no eran dos más dos. Y a medida que percibíamos que era un idioma universal capaz de desvelar los más intrincados misterios del universo también se convertía en una escarpada montaña que escalar. Y para colmo ciencias naturales cambió los pequeños animalillos de granja por el complejo cuerpo humano que,  representado en su totalidad y con todo lujo de detalles, dejaba en evidencia cuan ignorantes éramos de nuestro propio ser. Haciéndonos sonrojar a algunos y reír a otros por la bromitas del gracioso de clase que disimulaba de esa forma su total desconocimiento de las partes íntimas de una mujer o un hombre. Sí, evidentemente todo había evolucionado. Era ley de vida y con doce años intentaba amoldarme en ese mundo que a medida que crecía se me antojaba algo más complicado. Pero no todo estaba perdido, ni mucho menos. De hecho, en ese preciso momento no había nada perdido. Todavía no.

        Con puntualidad británica el sonoro timbre chillaba como un gallo asustado al ser accionado por la temblorosa mano del anciano conserje. Eran las cinco en punto. Y los niños, como un tsunami arrasando una costa cualquiera, se desbordaban de las aulas de forma desordenada mientras los profesores movían la cabeza de un lado para otro e intentaban en vano poner orden. Pero a esa hora los profesores perdían su poder, todo su embrujo se desvanecía y volvíamos a estar libres. Sólo eran unos minutos. Unos preciosos segundos que alargábamos y estirábamos como goma de mascar, destrozando todas las teorías del tiempo, mientras hablábamos, chillábamos o jugábamos con nuestros compañeros en el patio. Hasta que algún familiar o hermano mayor nos tocaba en el hombro y nos hacía regresar a la realidad. Al mundo en el que un minuto son sesenta segundos. A ese universo en el que los mayores mandaban y los niños obedecían. Entonces sólo quedaba volver a casa y reponer fuerzas para afrontar un nuevo día.

        Los viernes (día de la semana que mi madre se demoraba un poco más en venir a recogerme debido a su jornada laboral) esos minutos de libertad yo los aprovechaba para leer. Huía  a hurtadillas de cualquier amigo que necesitara hacer uso de su sociabilidad a costa de mi tiempo y me adentraba en la caseta verde. Más conocida como la caseta verde de las ratas. Una caseta que los alumnos de cursos más avanzados habían convertido en leyenda. Una leyenda que se desmoronaba a mi alrededor mientras al leer creaba una nueva.

       De la caseta verde de las ratas se decía que guardaba un cementerio en su interior y que por eso las ratas entraban y salían, campando a sus anchas y mordisqueando lo restos de los cadáveres. Otros contaban que las ratas se reunían dentro para dialogar y poner de manifiesto un sinfín de ideas, demostrando así ser inteligentes y ocultando esa capacidad de raciocinio a los humanos hasta el momento que decidieran atacarnos. Los más faltos de imaginación, esos muchachos que siempre tenían lo pies en la tierra, simplemente acusaban la aparición de tanto roedor debido a una falta total de salubridad  de esa zona del recinto. Incluso plantearon interponer una queja a la directora. Al final no lo hicieron. Debido sobretodo a que, al igual que los partidarios de las otras versiones,  nunca vieron una sola rata.

       Así que intentando desentrañar un misterio, y casi por casualidad, una tarde en la que el sonido del timbre ya había dado el libre albedrío a todos los escolares, me acerqué a la caseta verde. Se hallaba ubicada en la parte trasera del colegio. A la sombra de un gran árbol del cual nunca me molesté en saber la especie. La caseta tenía una puerta metálica color verde césped y el resto del mismo color pero una tonalidad más oscura. Sería fácil alardear de valentía, pero no existe la valentía sin el miedo. Y yo no tenía miedo pues nunca di crédito a ninguna de aquellas historias sobre roedores. Me acerqué con paso firme y seguro hasta que estuve a pocos pasos de la puerta y entonces pude percibir que ésta se hallaba entreabierta. No soy una persona que se piense mucho las cosas. Si se piensan demasiado se pierden oportunidades. Y aquella era perfecta para husmear den­tro de aquel pequeño edificio misterioso. 

       Apoyé la mano en el pomo y empujé suavemente. El interior estaba a oscuras y a medida que la hoja de la puerta giraba sobre sus goznes el sol fue bañando con su rojiza luz del atardecer la pequeña estancia. Me adentré, y al hacerlo obstruí con mi cuerpo la entrada de luz. Así que casi a ciegas palpé hasta dar con un interruptor. Con un leve zumbido una bombilla vieja y cubierta de polvo se empleó a fondo para realizar su trabajo. Y entonces pude ver con claridad el lugar. Nada de cadáveres ni ratas parlanchinas. Sólo herramientas desgastadas de jardinería. Sólo era eso: la pequeña caseta del jardinero. Pero eso no extinguió mi curiosidad, con lo cual me puse a fisgonear detenidamente todos los rincones y herramientas que allí se encontraban. Al poco rato me aburrí de mirar material de jardinería sucio y lleno de óxido en exceso y de observar montones de ramas secas y quebradizas bajo una tela azul muy deteriorada. Tomé asiento en el suelo y, casi instintivamente extraje un libro de mi mochila y empecé a leer. Aquel lugar era un oasis de tranquilad en medio de un desierto repleto de demencia preadolescente. Y desde aquel día, cada viernes, tenía una cita con aquel lugar en el que el silencio prevalecía por encima del tumulto.

       Invierno, primavera o quizás verano. No lo recuerdo. Han pasado tantísimos años desde entonces. De lo único que estoy seguro es que era viernes. Pues me encontraba enfrascado en la lectura de un libro de aventuras e intrigas de esas que ocurren en alta mar. Temidos piratas, británicos al servicio de la reina tras su caza y un tesoro escondido en una isla remota. La combinación perfecta para que se me fuera el santo al cielo. Cuando quise darme cuenta y al levantar la mirada, topé con la silueta gris y desgarbada de un hombre de mediana edad. Vestía con un mono de un desgastado color verde. Si a eso se le añadía su suciedad, su barba mal cuidada y el cabello ralo que caía sobre sus hombros más que un jardinero parecía un pordiosero. Hasta ese momento nunca me había cruzado con él. La casualidad quiso que ese día se le rompiera el mango del rastrillo y volviera a la caseta a buscar uno nuevo.

—¿Qué haces aquí muchacho? —dijo con voz calmada.
—Leía —contesté levantando el libro que hasta ese momento había permanecido en mi regazo.
—Hum. Un buen libro, señor.
—Pero ya me iba señor —dije metiendo el libro en la mochila.
—¡Oh! Espero no haberte molestado — y se acercó renqueando hasta donde me encontraba yo—. Pero debes comprender que este no es lugar para un muchacho.
—Lo sé señor. No volverá a ocurrir —me disculpé.
—No lo digo por mí. A mí no me importa. Pero mira a tu alrededor y podrás ver un sinfín de herramientas peligrosas —dijo el jardinero, señalando con lo que le quedaba del rastrillo las herramientas que pendían a ambos lados de la caseta mientras cerraba la puerta tras de sí.
—Lo sé señor. Las estuve observando.
—Vaya, las has observado —afirmó, y sus ojos empequeñecieron—. Ven, ven aquí. Te presentaré a alguien.
—Debo irme señor. Me he entretenido demasiado y mi madre estará esperándome.
—Comprendo que debe estar preocupada. Pero ven. Es aquí, en el fondo.
—¿Tiene usted una rata? —pregunté con un deje curioso en mi voz.
—Hum, es posible. Ven que te la presento.

       Dejé la mochila en el suelo y dando tres pasos me acerqué hasta donde estaba el jardinero.

       Era guapa, muy guapa. Sus ojos eran claros como las ideas de un genio y su melena espesa y negra como una porción del espacio infinito. Durante un rato estuve embobado observándola. Hasta que sus dulces y azulados ojos me enfocaron y tomó conciencia de mi presencia.

—Hola —dijo mientras con las manos intentaba quitarse las arrugas del vestido.
—No te preocupes, incluso arrugado te sienta bien —dije sorprendiéndome a mí mismo de mi osadía.
El vestido azul, su rostro blanquecino. Era como si toda ella formara parte de una canción infantil. Pura e inocente.
—Lo siento —dijo con semblante triste y apesadumbrado.
—¿Qué?
—Lo del jardinero —habló casi en un susurro que hizo temblar sus rosados labios.

       Y entonces descubrí que el jardinero ya no se encontraba en la caseta, se había desvanecido. Me dirigí a todo correr a la puerta y la abrí. Al salir me enredé con una cinta de plástico que me hizo trastabillar y caer al suelo. 

       Algo había ocurrido. Tenía un presentimiento que escalaba desde el fondo de mi estómago hasta la garganta. Un horrible presentimiento con sabor a bilis. Me sentí desubicado y hasta mareado. Al alzar la vista observé aterrado que el colegio había cambiado. Las paredes del edificio estaban mohosas y repletas de enredaderas que abrazaban con fuerza la rojiza piedra. En el patio ahora crecían malas hierbas que al levantarme me llegaron hasta la cintura. El árbol del que nunca supe la especie ahora era sólo un tocón seco y podrido. Una profunda desorientación se apoderó de mí y mi cabeza empezó a dar vueltas como una peonza lanzada por una mano diestra.

       Al desatar de mi pie un trozo de la cinta de plástico, que breves instantes antes me había hecho caer, y al leer lo que ponía, un fogonazo sacudió mi mente. Un recuerdo terrible laceró la masa gris de mi cerebro. Y unas lágrimas más frías que un adiós exento de amor se deslizaron por mis mejillas. Lloraba y echaba de menos a mi madre. Lloraba por todo lo que debió sufrir, y lo poco que quedaba de mi corazón se hizo cenizas y se lo llevó una cruel tempestad.

       Una mano cálida y suave se posó sobre mi hombro. Al volverme, la bella muchacha del vestido azul me obsequió con una tierna mirada repleta de sincera compasión.

—El óxido rojo de las herramientas, no era tal…—Dije, tragando saliva y limpiándome con la manga las lágrimas que aún manaban—. Las ramas blancas y secas, la tela azul. Tu vestido es azul.

       Ella asintió lentamente y su cara se tiñó de una profunda tristeza.

—La cinta de plástico… —Y le tendí la cinta en la que rezaba policía con letras grandes pero descoloridas.

       La tomó de mis manos y la observó, perdiéndose en sus recuerdos, aferrándose para no naufragar entre los más dolorosos.

—Ya no volveré a ver a mi madre ¿verdad?  —balbuceé intentando no echarme a llorar de nuevo.
—Yo tampoco volví a ver a mis padres. Sólo los presiento. Al igual que ellos a nosotros.
—Todo ha cambiado. Todo es diferente —hablé despacio, casi deletreando las palabras, para que mi mente de muchacho tuviera tiempo de meditar lo que estaba ocurriendo.
—El tiempo ahora se mueve a diferente ritmo. Años, horas, segundos, eso ya no importa.

       Sin previo aviso la muchacha acercó el rostro al mío y deslizó un beso en mi mejilla. Un beso cándido a la vez que cálido que rehizo una pequeña porción de mi corazón.

—Gracias —dijo mientras en su rostro amanecía una sonrisa.
—No lo entiendo.
—Gracias a ti él ya no lo volvió a hacer más. Siento que el precio haya sido tan alto —dijo, ofreciéndome su mano.

       No rehusé el ofrecimiento. De hecho, en aquel momento, necesitaba tener a alguien en quien apoyarme y en quien confiar. 

        Y caminamos durante lo que me parecieron horas, observando como la maleza continuaba creciendo sin control engullendo a cada paso el patio y las paredes del colegio. Y en el cielo, la luna y el sol se turnaron cientos de veces tiñendo el infinito de estrellas o de brillantes haces de luz que de tanto en tanto nos alcanzaban. Y desde entonces seguimos caminando, el uno al lado del otro. Conociéndonos mejor cada día. Sanando nuestros corazones. Adaptándonos a la alocada cinética del paso del tiempo y llegando a pararlo cada vez que nuestros labios se encuentran más allá de lo que llaman vida. 

martes, 14 de agosto de 2012

Ganador del I concurso de relatos de Los libros de Eva

Por fin vengo con el resultado del concurso.

Se presentaron al concurso 6 relatos, cuyos títulos son:

La caseta verde de las ratas
Mi mundo en Lola
Lola y su viaje en el tiempo
Oye, niña
La monja negra
El pupitre mágico

La calidad de todos me ha parecido impresionante. Al jurado ha debido de costarle mucho votar, la verdad.

A continuación, diré las calificaciones de los jurados, sin darles nombre propio:

Jurado número 1
    1 punto: Lola y su viaje en el tiempo
    2 puntos: La monja negra
    3 puntos: La caseta verde de las ratas

Jurado número 2:
    1 punto: La caseta verde de las ratas
    2 puntos: Oye, niña
    3 puntos: Lola y su viaje en el tiempo

Jurado número 3:
    1 punto: La monja negra
    2 puntos: Mi mundo en Lola
    3 puntos: Oye, niña

Jurado número 4:
    1 punto: Lola y su viaje en el tiempo
    2 puntos: La caseta verde de las ratas
    3 puntos: Mi mundo en Lola

Jurado número 5:
    1 punto: Mi mundo en Lola
    2 puntos: La caseta verde de las ratas
    3 puntos: Lola y su viaje en el tiempo

Jurado número 6
    1 punto: Lola y su viaje en el tiempo
    2 puntos: La monja negra  
    3 puntos: La caseta verde de las ratas      

Jurado número 7:
    1 punto: La caseta verde de las ratas
    2 puntos: Lola y su viaje en el tiempo
    3 puntos: El pupitre mágico

Con lo cual, y si no me fallan las cuentas, el resultado final es:
La caseta verde de las ratas --> 12 puntos
Mi mundo en Lola --> 6 puntos
Lola y su viaje en el tiempo --> 11 puntos
Oye, niña --> 5 puntos
La monja negra --> 5 puntos
El pupitre mágico --> 3 puntos

Y el ganador es:  ¡¡La caseta verde de las ratas, cuyo autor es Firefly!!

Desde aquí pido al autor que me envíe un mail diciéndome el libro que escoge que le mande como premio y su dirección postal. De paso, si me da permiso para publicar su relato aquí en mi blog (además él, si quiere, puede publicarlo donde sea, claro).

Para todos los participantes: mil gracias por los relatos, y pedirles permiso para enviar el pdf con los relatos al menos al resto de los participantes.

Gracias a todos, escritores y jurados, por participar!!!

En general se lee poca poesía

Está claro que, por lo general, al menos entre las personas que han respondido a la encuesta, no se lee mucha poesía.
Personalmente reconozco que leo muy poca. Nada no, pero muy poquito.
¿Y vosotros?
Sí, frecuentemente
  2 (11%)
A veces
  0 (0%)
Cai nunca
  9 (52%)
Nunca
  6 (35%)

lunes, 13 de agosto de 2012

Ya he vuelto de vacaciones

Pues eso, ya de vuelta en casa, trabajando y todo lo demás.

Las vacaciones geniales, igual hago una entrada contando un poco. He estado por Europa con mi hija: Bucarest, Budapest, Cracovia, Innsbruck y Florencia. Y terminamos en la Costa Brava unos días para descansar de verdad.

Esta semana pondré el resultado del concurso de relatos, me falta un hueco para escribir la entrada.

Y algunas reseñas de lo que he leído en vacaciones, que no ha sido mucho, la verdad, pero algo es algo.

Ahora intentaré, poco a poco, ponerme también al día de vuestros blogs.

Besos a todos!!
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