Lisbeth decide tomarse un tiempo y salir de Estocolmo, para curar sus heridas de amor. No contesta a las llamadas de Mikael, que no termina de entenderlo.
Mientras tanto una chica atada a la cama, a la que visita un ser, sólo puede soñar con una cerilla y gasolina.
Esta novela se centra más en Lisbeth, en sus porqués. Un personaje muy bien creado.
A mí me enganchó casi como la primera novela, pero la trama me interesó algo menos.
Puedo decir que en este caso no se cumple lo de "segundas partes nunca fueron buenas", porque sí es buena, y más cuando se espera mucho de algo. No desencanta, no.
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