En un principio, al enterarme del argumento de la novela, me pareció algo macabro, incluso irrespetuoso.
Jamie es un niño de diez años, que tiene una hermana mayor, de 15, y vive con sus padres y su hermana. Hace cinco años una bomba terrorista mató a la gemela de su hermana, pero él apenas se acuerda. Sólo ve que encima de la chimenea hay una urna con parte de sus cenizas, y su familia se ha centrado en eso, lo que hace que el niño se sienta solo y sin comprender nada.
La novela son reflexiones de Jamie, lo cuenta él en primera persona, desde su perspectiva va analizando a su familia, los cambios que sufre, la separación de sus padres básicamente a causa de la muerte de su hermana, la adolescencia de su hermana viva, su relación con compañeros de clase...
Merece la pena leerlo, porque al final, dejamos de ver las cosas desde el punto de vista de Jamie... para ver ahí las reflexiones sobre la vida, el trágico accidente, las maneras de seguir viviendo con ello... o de no poder seguir con una vida normal. Y si intentamos ponernos en el lugar de los padres... entonces es mucho peor.
Con lo cual, reconozco que es un libro que empecé un poco reacia, y me ha sorprendido positivamente. Ni es macabro ni es irrespetuoso. Sólo es un tema más, trágico, eso sí, del cual intentar hablar.
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